La respiración se relaciona directamente con nuestras emociones: cuando estamos nerviosos, la respiración es rápida y sonora; cuando estamos tranquilos, es pausada y armónica. Por tanto, si en momentos críticos sabemos controlar la respiración, podremos actuar con serenidad. Respirar profundamente nos ayudará a tranquilizarnos, a concentrarnos cuando tenemos mil ideas en la cabeza o a dormir cuando las preocupaciones nos asaltan.
¿Cómo te has sentido al hacerlos?
Fuente: http://www.auladeelena.com
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